Este cuarto encuentro giraba en torno a la innovación y quisimos provocar la controversia parafraseando a Hamlet con su “To be, or not to be…”. En nuestro caso no propusimos la forma negativa en el título del encuentro, sino que insistíamos en la positiva dando a entender que ya, para empezar, considerábamos que la innovación no era una opción. Hay que admitir, además, que una de nuestras intenciones era poner coto a un mantra que deambula descontrolado por las redes sociales y que sitúa en el centro de la innovación a la digitalización y transformación digital de las organizaciones, como si fueran sinónimos o al menos que la primera no tenga sentido sin la segunda.
En el panel de invitados teníamos a José Manuel Jiménez (The Innovative Hub) en España y Edson Luque (I-Cuatro) en Brasil. Ambos con un amplio bagaje en el mundo de la innovación, pero desde experiencias muy diferentes. De forma similar a otros encuentros anteriores, en esta ocasión contamos con la colaboración de Manuel Roque, Director Asociado de Twice para el área de Innovación y Transformación digital, en un papel híbrido de entrevistador y entrevistado.
Arrancamos la sesión, después de las pertinentes presentaciones de rigor, con una pregunta que debía orientar el resto del encuentro en función de su respuesta. Una pregunta, por otro lado, muy básica pero necesaria: ¿Qué es innovar? La respuesta de José Manuel no se hizo esperar y fue certera: “Innovar es hacer las cosas de forma diferente o mejor y con impacto positivo en el negocio”. Dicho esto, la innovación impone tres condiciones fundamentales: una fuerte presión interna para cambiar o innovar, una fuerte presión exterior y disponer de un plan de acción. Pero, y aquí empieza la parte jugosa ya adelantada previamente por Edson en su presentación, el impacto en el negocio obliga en la práctica a que se produzca un impacto también en los clientes, hasta el punto de que José Manuel fue tajante en su conclusión: “Si no hay impacto en el cliente, mejor no llevarla a cabo”. Y como corolario de lo anterior, estas dos afirmaciones categóricas: “Este salto cuantitativo también debe involucrar a las personas de la organización” y “Si no se innova, los competidores ganarán la partida”. Quedaba así reafirmado que la ventaja competitiva de toda organización pasa inexcusablemente por su capacidad de innovación en el aspecto o materia que fuere, pero que de alguna manera sea capaz de llegar al cliente, impacte positivamente en él, y también en las personas de la organización que son las que van a ejecutar las acciones que correspondan.
En este punto, una vez que se identificó a las personas de la organización como elemento importante a tener en cuenta, Carlos Navarrete preguntó cuál es la mejor forma de activar la capacidad de innovación de nuestros empleados. Manuel opinó que en las empresas innovadoras el director general o CEO debe convertirse en el director de innovación, y que cultive ésta con su propio ejemplo e impulse el proceso. Respecto al contexto y al aspecto cultural, Edson apuntó que los empleados tienen que tener libertad y seguridad para poder expresar sus opiniones e ideas, lo que supone un especial cuidado a la comunicación interna ya que en muchas ocasiones las ideas para innovar están dentro de la empresa. Para Edson, la innovación en la empresa no deja de ser un proceso, y utilizó la famosa metodología PDCA (Plan Do Check Act) de resolución de problemas y gestionar el cambio para aplicarla a la innovación de este modo: “P” de Pragmatismo, “D” de Disciplina, “C” de Comunicación y “A” de Autonomía. Quedaban en cuatro palabras identificados los factores clave del éxito de la empresa en su reto de incorporar o cultivar la innovación en su organización. Él considera que la mejor forma de incorporar la innovación en la cultura de la empresa es hacerlo de abajo arriba y no al contrario, lo que exige que desde la contratación de las personas se ponga de manifiesto la existencia de un ambiente positivo para exponer y desarrollar ideas. En una aportación adicional, nuestro invitado especial, Eduardo Oyarce desde Miami, manifestó que culturalmente nuestras empresas no están acostumbradas a tomar decisiones y que son notables las dificultades que tienen los empleados para expresar sus opiniones y que éstas sean tenidas en cuenta. Hay que darle al empleado autonomía y empoderarle para esta función.
Hasta este momento no se había hecho ninguna mención a la digitalización o la transformación digital en el debate, pero pasamos a incorporarla preguntando a nuestros invitados cuál es el papel que tiene la transformación digital en los procesos de innovación. Para José Manuel estamos viviendo actualmente dos modas, la de la sostenibilidad y la de la transformación digital. Para él son dos modas distintas, pero se piensa de forma bastante generalizada que la primera no es posible acometerla sin la segunda. La transformación digital se realiza por exigencia del entorno, del legislador, de la competencia y de los clientes. Se piensa que la transformación digital permite una mayor innovación y se trata realmente de una innovación que de por sí depende de otras innovaciones previas (los procesos) para que le puedas sacar todo el partido. Respecto al cambio climático es diferente, y se piensa que para luchar contra él y las restricciones que supone debe hacerse a través de las innovaciones y la transformación digital. Manuel considera que no se trata de modas puesto que éstas suelen ser temporales, y en relación con la transformación digital todo indica que no habrá marcha atrás. Para él es un cambio de escenario que afecta a todos y en el cual hay que jugar inexorablemente a partir de ahora. Esto no quiere decir que cuando nos encontremos ya en ese nuevo campo de la transformación digital no haya que seguir definiendo estrategias y tácticas de innovación para ganar al competidor. Al final, todos habremos pasado por ese proceso de transformación digital porque el que no lo haya hecho no podrá seguir compitiendo y desaparecerá.
Respecto a la reflexión de que la innovación tiene que quedar de alguna manera reflejada en la cuenta de resultados de la empresa, las opiniones fueron favorables, pero con matices. José Manuel afirmó que, en primer lugar, debe ser considerada en la elaboración del presupuesto de la empresa, ya que si no hay presupuesto para ejecutarla difícilmente podrá quedar reflejada en la cuenta de resultados. La innovación tiene que tener un impacto social o económico, y no necesariamente siempre de tipo económico. El que las empresas no contaminen, no tiene un impacto económico en el corto plazo, pero sí lo tiene en la sociedad, y en la valoración que la sociedad hace de esas empresas. Este aspecto remarca algo importante que debe tenerse siempre en cuenta y es la dimensión social de las empresas al margen del económico.
Algo parecido sucedió al plantear el tema de los KPIs para medir y ser capaces de gestionar el proceso de innovación interno de las empresas. Manuel expuso su opinión de que, aun siendo importantes los KPIs, cuando se trata de una empresa que está empezando a innovar lo prioritario es hacer calar ese concepto de innovación en la cultura y en el ADN de la compañía, lo que suele ser un proceso largo y costoso. Los KPIs llegarán en su momento, y deberán ser sencillos, fáciles de entender y compartidos en toda la organización, pero el primer paso no es ocuparse de los KPIs sino de que la cultura se impregne de esta nueva corriente de innovación que se desea.
Llegados a este punto, José Manuel hizo hincapié en el lado oscuro de la innovación. Puso de manifiesto los riesgos de determinadas decisiones o los resultados no esperados de la propia innovación. Puso el ejemplo de la vacuna recientemente anunciada por Pfizer. Que el resultado de todo el proceso de investigación tenga como resultado una vacuna que hay que transportar a -70º C es un gran inconveniente en comparación con otras vacunas, y, a priori, podría convertirse en un gran fracaso o en resultados inferiores a los esperados. José Manuel insistió en que el lado oscuro es profundo e incluye varias cosas: el riesgo, el coste, la aceptación del cliente… E incidió en que, en algunos sectores como el de la alimentación, hay una innovación permanente de los fabricantes que no siempre genera los resultados esperados, dando lugar a que algunos productos tienen que ser retirados de los lineales en los supermercados por su escasa demanda. La innovación no es una poción mágica que, si la tomas, te resuelve todos los problemas, es muy complicada, es difícil de implementar y puede no salir bien. No es una bala de plata como decía Edson, para quien el lado oscuro es el miedo o inquietud que tiene el pequeño y mediano empresario que tiene pocos recursos económicos para poder actuar. Según él, el 90% de las empresas no pueden acceder a la innovación digital porque no tienen presupuesto. En algunos casos el miedo, en otros la inseguridad y en otros la incertidumbre o la zona de confort de los propios empresarios pueden convertirse en un lado oscuro de la innovación. En estas empresas a las que él se refería, no llevan a cabo acciones para innovar por no poder saber con antelación qué resultado va a proporcionar. Manuel cree que a pesar de que un proceso de digitalización no te asegure el éxito al 100%, no cabe duda de que no hacer nada sí te asegura el 100% del fracaso empresarial. “Es como instalarte en el miedo que mencionaba Edson, el inmovilismo sí te va a asegurar la desaparición del proyecto empresarial”.
¿La innovación está vinculada a la estrategia o es independiente de ésta? Por decirlo de otra forma, ¿la innovación es transversal mientras que la estrategia actúa dependiendo del contexto en el que la empresa vive? Solo cuando la innovación es estable y permanente, según Edson, la innovación es parte de la estrategia. Para José Manuel, si la innovación no está reflejada en la estrategia va a ser mucho más difícil llevarla a cabo. Para Manuel, finalmente, la innovación es la salsa o ingrediente que debe estar presente en toda estrategia porque si no, no puede haber una estrategia de crecimiento, internacionalización, etc. De igual forma, la parte tecnológica o digital empieza a ser otro condimento importante, no el único, pero sí importante.
Manuel lanzó una nueva reflexión para Edson y José Manuel en relación con la innovación en solitario de las empresas. Él argumentaba que las ideas no tienen por qué estar siempre dentro de tu organización y que el cliente y el entorno cada día son más complejos y exigentes, y por ello es deseable que las empresas se apoyen en sistemas de innovación abierta que colaboran con centros tecnológicos, universidades, startups…, creando ecosistemas de innovación que te abaratan el coste del error, permiten tener más alternativas de innovación y poder acertar de manera más rápida y ágil que con tus propios procesos de innovación. Edson veía en este modelo una gran oportunidad para las grandes empresas que, dada la lentitud de sus procesos internos y toma de decisiones, tienen en las startups la agilidad que necesitan. José Manuel también coincidió en que los sistemas de innovación abierta pueden ser muy beneficiosos para quienes no tienen los recursos o capacidades, ya sean grandes o pequeñas empresas, y necesitan diluir sus costes para poder afrontar algunos de los proyectos. El sector agroalimentario es un buen ejemplo porque está muy atomizado, como apuntó uno de los asistentes. En muchas zonas se están promoviendo las asociaciones entre empresas para conseguir sobrepasar los obstáculos regulatorios, como la trazabilidad, que de hacerlo de forma individual les supondría un gran esfuerzo o simplemente la imposibilidad de cumplirlos.
Respecto al papel de los gobiernos en torno a la innovación, José Manuel nos dijo que deben actuar como si fueran los gerentes de la empresa, esto es, deben escuchar, permitir o facilitar la innovación e incentivarla, nada más. Manuel difería de José Manuel porque cree que los gobiernos cuanto menos hagan es mejor, y que deben dejar de legislar en este sentido. En definitiva, cree que lo que tienen que hacer es dejar de poner obstáculos y que el mercado fluya e innove por su cuenta. Cuando los gobiernos han querido abanderar la innovación en un país o una zona del mundo, como sucedió en Europa hace unos 30 años, se perdió competitividad y capacidad de innovación. Edson opinaba que los gobiernos deben limitarse a pedir a la iniciativa privada que les ayuden a mejorar sus procesos para que la gente viva mejor. El caso de China, nos dijo, es muy interesante ya que la propiedad intelectual no pertenece a las empresas sino al estado, y éste facilita a las empresas el acceso a la propiedad intelectual de otras con el fin de acortar tiempos y mejorar su competitividad, de ahí que en el PIB de China cada día tenga más peso el sector tecnológico.
Finalmente, Carlos concluyó la sesión resumiendo todo lo dicho: La innovación es la estrategia y la transformación digital vamos a tener que adoptarla obligadamente todos, tarde o temprano. Todos los demás, los que no la adopten, se quedarán en el parque jurásico. Esas zonas oscuras que se han mencionado muchas veces provienen del propio empresario que se hace el “autogol”, pocos empresarios saben escuchar. Siempre hay en la empresa alguna persona que proporciona ideas, pero muy pocos empresarios saben escucharlas. Es más, decía Carlos, a nadie le gustan los innovadores porque son insufribles, irritantes, son muy pesados, son diferentes… Tanto es así que ni a Larry Page, Mark Zuckerberg, Bill Gates, Steve Jobs, ni siquiera a Jeff Bezos, los ha podido soportar nadie, y por eso tuvieron que crear sus propias compañías, felizmente muy exitosas. Realmente eran o son muy innovadores y suponen ese 2% de personas que nos iluminan a todos los demás para indicarnos la ruta a seguir.
Gracias a Edson y José Manuel por vuestra valiosa aportación, y también a Manuel en su papel especial en este encuentro. Somos conscientes de que podríamos hablar muchas horas sobre este tema y de que quedan muchos aspectos de la innovación por tratar, pero antes hay que dejar que el tiempo nos permita asimilar las ideas y reflexiones de este cuarto encuentro.